Antes de levantarme soñé con el vacío
la oscuridad inundaba cada uno de los rincones de mi hogar
y yo palidecía ante la presencia de elementos intrusos
que titilaban brevemente y luego se volvían a ocultar
detrás de un velo de negrura infinita.
Luego miraba hacia los campos y las llanuras
que día con día me devolvían la mirada con el verdor de su presencia
pero estos en cambio me desconocían
como si no atinaran a ver nada más que el oscuro manto que los rodeaba
y de nuevo me encogí en la más absoluta soledad.
La pesadilla se hizo más terrible cuando entre las nubes
apareció el claro resplandor de un hombre de cara pálida
que clavó sus ojos en mí con macabro regocijo
me indicó en silencio que me encontraba en sus dominios
y yo buscaba en vano una puerta por la cual escapar.
Desperté trastornado después de correr por laberintos de humo y estrellas
pude ver con alivio un cielo teñido de escarlata aspeando a mi ascenso
y pude avanzar en medio de vapores pintados de rosa, violeta y naranja
mientras me decía a mí mismo que solo se trataba de un sueño
en el que nunca más me volvería a sumir.
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